Cuando
llueve, todos los Barranquilleros corren riesgo por los arroyos que se han
convertido en uno de los problemas más graves que enfrenta la ciudad.
Cuando
se ‘’manda el agua’’ pareciera que la ciudad tuviese diferentes ríos urbanos y
transitorios, que derriban, arrastran y se llevan todo lo que esté a su paso.
Para nadie es un secreto que cuando llueve la ciudad se paraliza, es difícil
transportarse; los buses se quedan estancados, hasta el Transmetro ha tenido
que suspender algunos de sus recorridos y si de coger taxi se trata, no te
llevan o aumentan la tarifa por lluvias: ‘’llave yo pa’ allá no agarro’’ o ‘’10
barras, tu sabe’ está lloviendo y no es lo mismo’’. ¿Acaso el Ministerio de
transporte autorizó aumento de tarifa por cuestiones de la lluvia? El hecho es
que cuando llueve se nos descompone todo.
¡A
atravesar arroyo mijo! . Cuando se viene el agua hay que tener el bolsillo con
pura monedita de 500, ya sea para pagarle a una moto para atravesar la calle, o
para el que ingeniosamente en el rebusque diario del barranquillero, se inventa
un puente de piedras, madera o usa su carretilla. Pero así como hay ingenio por
las lluvias, parece que se propagara la osadía y la ignorancia con ellas, las
personas ponen en peligro sus vidas atravesando los llamados ‘’caudales de la
muerte’’, que representan riesgo en todas las dimensiones, con su fuerza y
velocidad, agregándole las basuras que recoge a su paso, trayendo consigo
bacterias y posibles infecciones al contacto con la piel.
A sabiendas de lo anterior, vemos en las
calles cómo bañarse en el arroyo parece ser el plan mas ‘’bacano’’ del día; los
muchachos salen de sus casas como si la playa estuviera en frente, ‘’ Pilas que
está lloviendo, eso es breve, pal’ algua’’, y así como es de breve ir a meterse
en el arroyo, también es en breve que puede pasar lo ‘’inesperado’’, que
realmente es lo más esperado, UNA TRAGEDIA.
Mientras
que unos parecen buscarse la mala hora, hay otros, que por la pobreza y
necesidad de un sitio donde ubicarse, viven allí en las bocas de los ‘’caudales
de la muerte’’, con el temor, la zozobra y el pánico constante a que en un
abrir y cerrar de ojos, en tiempo de lluvia se les vaya todo lo que tienen en
el arroyo.
En
su mayoría los arroyos se forman en barrios centrales, con recorridos que
alcanzan los 15 kilómetros, sin importarles lo que esté en su camino; no comen de estrato, el riesgo lo corren los
habitantes de los sectores por donde pasan los arroyos ‘’El salao’’ y el ‘’Don
juan’’ al sur de la ciudad, tanto como en el norte, en los sectores por donde transitan los arroyos
de la 84 y Villa Country.
La
madre tierra se siente abusada y explotada, y así se revela ante el hombre.
Cada vez que se quita un árbol de la ciudad para construir grandes
edificaciones y se deja a un lado la naturaleza, se da espacio a que continúe
esta problemática, que hasta el momento parece no tener solución, creciéndose
las corrientes que en mayor parte, terminan su recorrido en zonas donde viven
personas de escasos recursos, quienes se han acostumbrado a vivir con miedo.
¡Y
SE VINO EL AGUA! cuando el sol se oculta y el cielo se oscurece, las nubes
pareciera que se acercaran a la tierra, desdibujando el paisaje alegre y
caribeño que caracteriza a Barranquilla.
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